Como es sabido, a raíz del fenómeno Stieg Larsson (la saga “Los hombres que no amaban a las mujeres”), el público español descubrió que en los países nórdicos había una buena cantera de novelistas de suspense (thriller) y género negro o policíaco, y empezaron a surgir como setas las traducciones de las obras de dichos autores, en una indisimulada competición de las editoriales españolas por encontrar a un supuesto sucesor del trono del fallecido Larsson. Y ninguno de los aspirantes alcanzó semejante repercusión social, aunque irónicamente algunos de ellos (no todos) resultan cuanto menos tan interesantes como el susodicho, incluso más. Arnaldur Indridason pertenece a esta categoría.
Periodista y crítico de cine, sus libros han sido traducidos a treinta y siete idiomas, lo cual le convierte en el escritor islandés más leído en todo el mundo. Casi todos sus relatos tienen como protagonista al inspector Erlendur Sveinsson de la policía islandesa, personaje que cuenta ya con trece novelas (siete editadas en español); aunque de vez en cuando el autor se descuelga con alguna historia en la que no aparece el detective: “Bettý” es una de éstas. Reza su sinopsis: «Si Bettý entra en tu vida, ya nada volverá a ser lo mismo. Ella es una mujer de una belleza única. Y también posee algo más. Una mujer de las que no se olvidan nunca, de las que saben lo que quieren y a las que no puedes responder con un no. Por una mujer como ella cualquiera podría llegar a cometer una locura.»
En esta novela, una de las primeras que escribió el islandés (2003, anterior al fenómeno Larsson), Indridason se revela como un auténtico estilista del lenguaje, aunque a primera vista pueda no parecerlo por la extrema sencillez del mismo. Cuando se habla de escritores con gran dominio del lenguaje suele aludirse a aquellos que hacen gala de un estilo muy barroco o suntuoso, pero ya viene siendo hora de reivindicar a los que, desnudando al máximo su sintaxis, logran sin embargo envolver al lector con un tupido manto narrativo de impecable efectividad: sin duda “Bettý” es un clarísimo ejemplo de esto. Resulta extraño que Indridason no alcanzase la popularidad de la que goza hoy en día hasta escribir otras novelas posteriores a ésta, pues “Bettý” es un noir de primer orden que engancha al instante, y además una gran lección de cómo aprovechar los prejuicios del lector para manipularle limpiamente. Vulgarmente hablando, podríamos decir que Indridason “nos la mete doblada” con un sorprendente giro de la trama que en realidad no es tal giro, sino una simple afirmación de algo tan obvio que se nos había escapado. Toda una pirueta del lenguaje que debería enseñarse en los talleres de escritura, y toda una vuelta de tuerca a uno de los temas más revenidos del género negro: el de la mujer maligna que quiere matar a su marido y se sirve de sus encantos para engatusar a un chivo expiatorio. Ésa es, efectivamente, la premisa de “Bettý”, pero su desarrollo abre un nuevo camino que se aleja de los lugares comunes. Y hasta aquí podemos contar; leedlo.
Por cierto, hay que hacer una mención especial para el traductor Fabio Teixidó; sin duda habrá sido delicado traducir esta novela sin desvelar su mecanismo, y el resultado funciona perfectamente. Bravo.
Enric Mora