Como es sabido, a raíz del fenómeno Stieg Larsson (la saga “Los hombres que no amaban a las mujeres”), el público español descubrió que en los países nórdicos había una buena cantera de novelistas de suspense (thriller) y género negro o policíaco, y empezaron a surgir como setas las traducciones de las obras de dichos autores, en una indisimulada competición de las editoriales españolas por encontrar a un supuesto sucesor del trono del fallecido Larsson. Y ninguno de los aspirantes alcanzó semejante repercusión social, aunque irónicamente algunos de ellos (no todos) resultan cuanto menos tan interesantes como el susodicho, incluso más. Arnaldur Indridason pertenece a esta categoría.